03-06-23 Day 11 Monday

Our Lenten Journey / Caminar en Cuaresma

versión en español

Monday – March 6 – Day 11

Mercy Goes Both Ways

Jesus said to his disciples: “Be merciful, just as your Father is merciful. Stop judging and you will not be judged. Stop condemning and you will not be condemned. Forgive and you will be forgiven…For the measure with which you measure will in return be measured out to you.”  Luke 6:36–38

Saint Ignatius of Loyola, suggests focusing the first part of a retreat on sin, judgment, death and hell. At first, this can seem very uninspiring. But the wisdom of this approach is that after these meditations, participants come to a deep realization of just how much they need the mercy and forgiveness of God. A deep humility is fostered within their soul as they see their guilt and turn to God for His mercy.

But mercy goes both ways. It is part of the very essence of mercy that it can only be received if it is also given. In the Gospel passage above, Jesus gives us a very clear command about judgment, condemnation, mercy and forgiveness. Essentially, if we want mercy and forgiveness, then we must offer mercy and forgiveness. If we are judgmental and condemning, then we will also be judged and condemned. These words are very clear.

Perhaps one of the reasons that many people struggle with being judgmental and condemning of others is because they lack a true awareness of their own sin and their own need for forgiveness. We live in a world that often rationalizes sin and downplays the seriousness of it. That’s why the teaching of Saint Ignatius is so important for us today. We need to rekindle a sense of the seriousness of our sin. This is not done simply to create guilt and shame. It’s done to foster a desire for mercy and forgiveness.

If you can grow in a deeper awareness of your own sin before God, one of the effects will be that it is then easier to be less judgmental and condemning of others. A person who sees his sin is more apt to be merciful to other sinners. But a person who struggles with self-righteousness will most certainly also struggle with being judgmental and condemning.

Reflect, today, upon your own sin. Spend time trying to understand how ugly sin is and try to grow in a healthy disdain for it. As you do, and as you beg our Lord for His mercy, pray also that you will be able to offer that same mercy you receive from God to others. As mercy flows from Heaven to your own soul, it must then also be shared. Share the mercy of God with those all around you and you will discover the true value and power of this Gospel teaching of our Lord.

Do I show others the mercy that I seek from God?

Let us pray:

My most merciful Jesus, I thank You for Your infinite mercy. Help me to see clearly my sin so that I, in turn, may see my need for Your mercy. As I do, dear Lord, I pray that my heart will be open to that mercy so that I can both receive it and share it with others. Make me a true instrument of Your divine grace.

Source: mycatholic.life

USCCB Daily Readings: bible.usccb.org/bible/readings/030623.cfm

Lunes- 6 de marzo – Día 11

English version

La misericordia va en ambos sentidos

Jesús dijo a sus discípulos: “Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados…Porque con la misma medida con que midan, serán medidos”. Lucas 6:36–38

San Ignacio de Loyola, sugiere centrar la primera parte de un retiro en el pecado, el juicio, la muerte y el infierno. Al principio, esto puede parecer muy poco inspirador. Pero la sabiduría de este enfoque es que después de estas meditaciones, los participantes se dan cuenta de cuánto necesitan la misericordia y el perdón de Dios. Se fomenta una profunda humildad dentro de su alma cuando ven su culpa y se vuelven a Dios por su misericordia.

Pero la misericordia va en ambos sentidos. Es parte de la esencia misma de la misericordia que sólo se puede recibir si también se da. En el pasaje del Evangelio anterior, Jesús nos da un mandato muy claro sobre el juicio, la condenación, la misericordia y el perdón. Esencialmente, si queremos misericordia y perdón, entonces debemos ofrecer misericordia y perdón. Si juzgamos y condenamos, también seremos juzgados y condenados. Estas palabras son muy claras.

Quizás una de las razones por las que muchas personas luchan por juzgar y condenar a los demás es porque carecen de una verdadera conciencia de su propio pecado y de su propia necesidad de perdón. Vivimos en un mundo que a menudo racionaliza el pecado y le resta importancia. Por eso la enseñanza de San Ignacio es tan importante para nosotros hoy. Necesitamos reavivar el sentido de la seriedad de nuestro pecado. Esto no se hace simplemente para crear culpa y vergüenza. Se hace para fomentar un deseo de misericordia y perdón.

Si puedes crecer en una conciencia más profunda de tu propio pecado ante Dios, uno de los efectos será que entonces será más fácil juzgar y condenar menos a los demás. Una persona que ve su pecado es más propensa a ser misericordiosa con otros pecadores. Pero una persona que lucha con la justicia propia seguramente también luchará con juzgar y condenar.

Reflexiona, hoy, sobre tu propio pecado. Pasa tiempo tratando de entender cuán feo es el pecado y trata de crecer en un sano desdén por él. Mientras lo haces, y mientras ruegas a nuestro Señor por Su misericordia, ora también para que puedas ofrecer esa misma misericordia que recibes de Dios a los demás. Así como la misericordia fluye del Cielo a tu propia alma, entonces también debe ser compartida. Comparte la misericordia de Dios con los que te rodean y descubrirás el verdadero valor y poder de esta enseñanza evangélica de nuestro Señor.

¿Muestro a otros la misericordia que busco de Dios?

Oremos:

Mi misericordiosísimo Jesús, te doy gracias por tu infinita misericordia. Ayúdame a ver claramente mi pecado para que yo, a mi vez, pueda ver mi necesidad de Tu misericordia. Mientras lo hago, amado Señor, oro para que mi corazón se abra a esa misericordia para que pueda recibirla y compartirla con los demás. Hazme un verdadero instrumento de tu divina gracia.

Lecturas de Hoy: bible.usccb.org/es/bible/lecturas/030623.cfm